lunes, 23 de septiembre de 2013

Crónica de un desamor anunciado.

He pensado en escribirte una carta por cada vez que pisé trozos que caían de los corazones rotos que han pasado por delante de mi vida. Y sin querer no he visto que me han cortado (ando peor, ya sabes).
Ni te imaginas las ganas que tengo de desmayarme para poder volver en mí, que ya llevo demasiado tiempo fuera. Pensé en coger un taxi, pero salía demasiado caro si sumo lo que me costó llegar viva al invierno. Si no te odias tú, ¿quién te va a odiar?
Tenía que decirte que he tardado dos febreros en darme cuenta de que las sonrisas falsas son las más sinceras (y aún hay quien no se lo cree).
Digamos que somos un borrador que alguien escribió sin intención de perfeccionar.

Los sitios duelen más

cuando paso y ya no estás. Y es todo lo que tengo que decir de esta mierda de rutina.

Te he dejado la maleta hecha, por si algún día quieres irte, que no tengas tiempo para cambiar de idea.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Reserva protegida de mariposas en mi estómago.

Ya te has puesto a pensar, Ana. ¿Qué te he dicho de hablar con desconocidos?
La verdad es que ya ni me (re)conozco.

Con más de cien billetes de autobús que guardé para empapelar los malos caminos que había tomado, y sigo andando en círculos para marearme antes del segundo café de las cinco.
¿Qué probabilidades hay de que un corazón se rompa en mil pedazos y siga dando guerra?
De oca a oca (más bien de pato en pato), y tira si te hace feliz.
Hay caminos en mi cara que no se pueden borrar, por que ya se sabe:
que sin agua no hay camino,
se hace camino al llorar.
O algo así.