martes, 16 de abril de 2013

Con la guitarra entre las manos.

Era un soñador, aunque todos le tomaban por loco. Vestía como todo músico demasiado ocupado como para tomarse en serio su físico: hecho un desastre. Su vida se concentraba en la música. Era como… (¿Cómo voy a explicarlo, yo, que sólo soy un simple espectador de su vida, a la que conocí por libros?). Su vida era como un largo pentagrama que no conoce la doble barra final, como una redonda debajo de un calderón… como una canción que nunca acaba.
Paseaba con un cuaderno que le sobresalía del bolsillo y un bolígrafo reposado sobre la oreja izquierda por si la inspiración surgía en un momento inesperado. No, un bolígrafo no; en realidad era una pluma. La pluma con más talento que ha podido haber (después de la de Shakespeare, claro).
Cómo acariciaba el papel con ella… Eran movimientos de muñeca rápidos, casi perfectos, y en cada uno de ellos, un acorde. Creaba una música que, al oírla, se traducía en sensaciones que se metían en el corazón y la piel del escuchante.
Cuando subía al escenario, el público, que no era mucho, enmudecía. Tomaba la guitarra y el mundo desaparecía. Se convertía en una prolongación de su cuerpo, de sus manos, de sus finos y ágiles dedos de guitarrista enamorado del vibrar de las cuerdas. Abrazaba la guitarra como abraza una ligadura a dos notas. Empezaba a tocar y las notas inundaban el aire.

En cuanto descubrí su música, me enamoré de ella. A decir verdad, mi reproductor de música estaba lleno de sus canciones. Cada vez que daba al play pensaba: “La música más alta que los pensamientos”. Y así era.
Cerraba los ojos. Me concentraba en los cambios. Primero un mi, marcado pero suave; subía al la, lento pero forte y caía a do. Escalofríos, pelos de punta revolucionados por esa magia.
Durante toda mi vida escribí con su música de fondo. Siempre pensé que escribió una canción para cada momento de la vida, y se convirtió en la banda sonora de la mía.
Murió poco tiempo después de descubrirle. Por supuesto, fui a su entierro, que fue sencillo y discreto. Eso sí, cumplieron la letra de su última canción: fue enterrado “con la guitarra entre las manos”.